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Notas - Sociales

La parĂ¡bola de las monedas de plata [28/12/2014]

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Capitulo 19: 12-28

 

La parábola de las monedas de plata
Mateo 25, 14-30

11 Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.12 Él les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. 13 Llamó a diez de sus  servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: "Háganlas producir hasta que yo vuelva". 14 Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: "No queremos que este sea nuestro rey". 15 Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. 16 El primero se presentó y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más". 17 "Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades". 18 Llegó el segundo y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más". 19 A él también le dijo: "Tú estarás al frente de cinco ciudades". 20 Llegó el otro y le dijo: "Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado".  22 Él le respondió: "Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,  ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses". 24 Y dijo a los que estaban allí: "Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más". 25 "¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!" 26 Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. 27 En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia". 28 Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

 

 

 

Reflexión:

A todos se nos pedirá cuentas de lo que hemos recibido. Si mucho o poco, supongo que dependerá de la perspectiva. Pero lo peor que puede pasar es que nos quedemos con lo recibido, guardándolo para nosotros, por temor a perderlo. De algún modo siento que nos dice que el que no arriesga no gana. Y, claro, en el riesgo cabe incluso la posibilidad de perderlo todo, que es lo que el último teme y por eso prefiere no hacer nada, por temor a perderlo todo. Tal vez esta es precisamente la lección que quiere darnos el Señor hoy. Debemos estar dispuestos a arriesgar, pero al mismo tiempo obrar con inteligencia y astucia, poniendo en juego todas nuestras capacidades, nuestras posibilidades y desde luego, todo lo recibido. No se habla de quien lo pierde todo, pero nos parece que debemos suponer que finalmente son los resultados los que mandan…Si al que fue capaz de conservarlo todo se le condena, cuanto más al que perdió. Está tan descontado, que ni se menciona. Les digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Bien pensado entonces, se está refiriendo a cuantos hemos tenido oportunidad de oírle y habiendo tomado la decisión de seguirle, luego nos agotamos en el Camino, nos perdemos; nuestros ímpetus, nuestro entusiasmo se va diluyendo, hasta que llega un momento en que nos estancamos y dejamos de producir. Pero resulta que todos los que decidimos optar por este Camino lo hicimos como resultado del encuentro fundamental con Jesús; aquél encuentro que tiene el poder de transformarnos, como a Zaqueo. Todos tuvimos la oportunidad de acogerlo y hacer que como consecuencia de aquella experiencia, de aquel encuentro, nuestra vida tomara un vuelco determinante, tal como ocurrió con Zaqueo. Que tomáramos determinaciones de lo que tendríamos que hacer por el resto de nuestras vidas, hasta que nos alcance la muerte, hasta que llegue el Reino o –lo que es lo mismo- hasta que tengamos que presentarnos ante nuestro Señor a rendir cuentas de lo que recibimos. ¿Habremos tenido la suficiente perseverancia para cumplir todo aquello que prometimos, rindiendo “n” veces más de lo que fue nuestro propósito inicial?  Creemos pues que lo que importa al final es si fuimos capaces de superarnos cada día, cumpliendo con creces todo aquello que nos propusimos, todo aquello que el Señor fue capaz de suscitar inicialmente en nosotros y mucho, muchísimo más, porque supimos mantenernos en contacto con Él y con nuestros hermanos, que fue tal vez lo más importante que Él nos quiso enseñar. A cada día le corresponde su afán, es verdad; pero si cada día me hubiera ocupado de cumplir con las exigencias del Señor, al límite, es seguro que al final el balance sería largamente positivo, porque su presencia en nuestras vidas se iría consolidando y aun acrecentando, hasta abarcarlo todo, como la semilla de mostaza, como la levadura o el fermento en la masa. Jesús ha venido para que tengamos Vida en Abundancia y esta la tendremos en la medida que nos mantengamos unidos a Él. Es viviendo en Él, con Él y por Él que viviremos. Solo en la medida en que vivamos así, daremos fruto en abundancia. Es Él quien lo hace posible, pero no lo hará atentando contra nuestra libertad. Por eso somos nosotros lo que primeramente debemos escoger. ¿Vamos con Él por la puerta estrecha o preferimos la ancha que definitivamente nos llevará a la perdición? Esta parábola solo se refiere a aquellos que decidimos entrar por la puerta angosta, que nos exige PERSEVERAR, día a día, esforzándonos por mantenernos firmes en el Camino, unidos a Él, porque solo así daremos fruto. Y esto es lo que quiere nuestro Padre; esto lo que le da alegría…¡Que demos fruto! Él es el viñador…Él nos limpia, nos poda, nos abona, nos mantiene un año más, con la esperanza que finalmente daremos los frutos que se espera de nosotros.  Jesús nos ha encomendado la Hacienda. A todos los que hemos ido tras Él nos ha repartido un talento, una acción. ¿La guardaremos bajo siete llaves a fin de devolverla cuando regrese a pedirnos cuentas o velaremos por la gestión adecuada, involucrándonos en el tema, de modo tal que a su regreso podamos exhibir un balance positivo, con reinversiones y utilidades? Claro, la diferencia con una empresa mundana será que no podemos fijarnos únicamente en los guarismos, en el incremento del dinero a toda costa, que es lo que hacen los que van por la otra puerta, la puerta ancha de la que no se habla en esta parábola. Nuestro frutos tienen que ser totalmente balanceados, teniendo en cuenta en primer lugar a Dios y luego a nuestros hermanos. Es decir que si logramos combatir el hambre, la desnutrición, el analfabetismo, la enfermedad, la injusticia, la violencia y el odio, por ejemplo, nos habremos acercado muchísimo más al Reino que si acumulando riquezas nos desentendemos de Dios y nuestros hermanos. Dios cotiza alto las acciones que más felicidad proporcionaron a mayor cantidad de seres humanos; más, mientras más pobres, abandonados, indefensos y aun enemigos sean los que recibieron nuestro amor. Más, mientras más sacrificio haya costado, mientras más incondicionalmente haya sido dado. Estas son las cuentas que nos propone llevar hoy Jesús. Este es el Reino de Dios, en el que priman Sus criterios y no los nuestros. Les digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Oremos:

Padre Santo, danos tu luz para entender lo que nos propones en nuestras vidas, para poner en juego todo lo que somos y tenemos, para mayor Gloria Tuya y alegría de nuestros hermanos. Que sepamos distinguir amor de egoísmo; que nos alejemos de esto último y que obremos cada día desinteresadamente, con el único propósito de hacer Tu Voluntad y acrecentar Tu Reino.…Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén.

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